Existen
dos indicadores que nos permiten identificar fácilmente la salud financiera de
una empresa, el fondo de maniobra y el cashflow. Cada uno muestra, a su manera,
la capacidad para hacer frente a sus compromisos de pago.
Las
herramientas de software son un gran aliado para obtener estos indicadores de
forma inmediata y fiable, y que reflejen fielmente la imagen de la empresa.
El fondo de maniobra
El
fondo de maniobra (también llamado capital circulante, capital de trabajo o
fondo de rotación), indica si una empresa es solvente o no en el corto plazo.
La fórmula más extendida (y simple) para su cálculo es la siguiente:
FONDO
DE MANIOBRA = ACTIVO CORRIENTE – PASIVO CORRIENTE
El
activo corriente está compuesto por las existencias, tesorería, los derechos de
cobro a corto plazo y cualquier activo líquido. Por su parte el pasivo
corriente incluye las obligaciones de pago a corto plazo (exigibles en un plazo
menor de un año).
En
otras palabras, el fondo de maniobra es la capacidad de una empresa para poder
atender sus pagos a corto plazo y, a la vez, poder realizar inversiones o
adquisiciones propias de cualquier actividad mercantil. Para ello, el resultado
de la formula ha de ser positivo. Si el fondo de maniobra es negativo, parte
del activo no corriente estará financiado con pasivos corrientes, lo que
aumenta la probabilidad de entrar en concurso de acreedores.
Además,
cuanto mayor sea el fondo de maniobra, mejor es la situación financiera de la
empresa en general.
Pero
puede haber excepciones, ya que puede darse el caso de empresas con fondo de
maniobra positivo que tengan problemas de liquidez. Por ejemplo, en el supuesto
en el que existan créditos a corto plazo, pero haya serias dudas sobre las
posibilidades de cobro.
También
puede darse el caso contrario, es decir, empresas con un fondo de maniobra
negativo pero que no tengan problemas de liquidez. Por ejemplo, en los grandes
supermercados los productos se pagan al contado, por lo que se genera una gran
liquidez, pero estas superficies tienen pactados plazos de pago bastante largos
con sus proveedores. En este caso, aunque el activo corriente sea inferior al
pasivo corriente, el efectivo es tan elevado que no hay problemas de liquidez.
El Cash Flow
Uno
de los principales problemas al realizar un análisis contable es el de
conciliarlo con nuestra realidad financiera. Es habitual encontrarnos con
empresas con una excelente salud según una primera impresión de sus cuentas
pero que tienen las cajas vacías. En tiempos de crisis, más allá de los
resultados, se atiende a la tesorería de la empresa, y ahí empezamos a toparnos
con el concepto de cashflow.
Este
indicador nos permite valorar la capacidad que tiene una empresa para generar
liquidez y por tanto atender sus pagos. Para ello no es suficiente con conocer
el beneficio de la empresa, ya que el beneficio contable lleva detraído en si
mismo el importe de las provisiones y de las amortizaciones que no significan
una salida de dinero real de la empresa.
La
fórmula más conocida y empleada, y se denomina cashflow contable.
CASHFLOW=
BENEFICIO + AMORTIZACIONES + PROVISIONES
Puede
ser interesante, sobre todo a efectos comparativos entre distintos ejercicios,
pero tiene una limitación importante, y viene dada por la regla del devengo. La
clave está en que se está computando como tesorería a los beneficios contables,
y esto no es así en la realidad. Que hayamos facturado una venta y
contabilizado su beneficio está muy lejos de suponer que la hayamos cobrado
efectivamente. Si todo va bien es muy probable que sea una venta aplazada y,
por tanto, parte de las ventas de un ejercicio estarán pendientes de cobro en
el segundo. Y si las cosas van mal, esas ventas aplazadas no se cobrarán y
nosotros ya las hemos contabilizado como un euro más en nuestros bolsillos.
No
se trata de olvidarnos del cashflow, se trata de entender sus limitaciones y
recurrir a distintos modos para calcularlo. Es posible que para determinadas
finalidades nos valga el clásico cashflow contable, para otras habremos de
recurrir a métodos de estimación directa o indirecta de nuestros flujos de
tesorería.
Si
queremos ir un paso por delante y optimizar la gestión de la tesorería, podemos
utilizar herramientas avanzadas de análisis financiero que permiten “ver” en
tiempo real las previsiones de tesorería considerando todos los movimientos y
gestiones que se hayan hecho hasta ese momento, facilitando la toma de
decisiones financieras.
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